“Más allá de prostitutas son madres, trabajadoras y aportan a la economía de las familias y del país” expresa contundentemente Flor de María Peña, integrante de la Asociación Mujer, dedicada a trabajar con trabajadoras sexuales para hacerles conocer sus derechos.
En nuestro país existe una delgada línea entre quienes ejercen el trabajo sexual y quienes son víctimas de trata de personas, pero la diferencia principal radica en la libertad que ellas ejerzan.
Como mujeres adultas ellas han elegido ese trabajo en libertad, no son obligadas ni engañadas por terceras personas, eligen como, cuando y en qué condiciones ejercen el trabajo sexual.
Su decisión debe ser respetada y para ello es necesario reconocerles sus derechos. En Guatemala el camino para ello aun es largo, las condiciones en las que se ejerce el trabajo sexual son diversas, «existen lugares de alto perfil, por otro lado hay lugares donde las condiciones son pésimas».