#Opinión | Kajkoj Máximo Ba Tiul1
Entre las palabras de mi mamá que más recuerdo, está: “qué remedio”. Parece un mensaje conformista, como decir, bueno y ahora ya no hay nada que hacer. Pero no es así. Esta frase encierra un llamado de atención. Es una llamada de atención que hay entre el emisor y el receptor. Interpela. No es una frase estática, es dinámica. Nos reta a pensar que se hicimos mal y que se puede seguir haciendo bien.
En este momento político en el que nos encontramos. Cuando falta apena un mes para la primera vuelta de estas elecciones. Las que ya dejaron de ser fiesta cívica, porque es una guerra entre carteles del crimen organizado. Esta frase, nos debería volver a pensar, en el imaginario cuando nuestras abuelitas y nuestros abuelos, nuestros padres y nuestras madres, nos interpelaban con esta frase; qué remedio, para que despertáramos por lo menos para curiosear lo que hay dentro de nosotros.
Hoy pareciera que nos hemos conformado ante la manipulación que han hecho los grupos criminales en Guatemala, para controlar las elecciones. Si antes, decíamos que estamos construyendo en una democracia secuestrada y controlada por los grupos de poder tradicional, hoy estamos ante un escenario político, controlado y secuestrado por las mafias guatemaltecas y posiblemente internacionales. Sin dudar, que mucho de lo que está pasando en Guatemala, así como está controlado por la derecha internacional, también lo controlan las mafias internacionales como el Cartel del Golfo y el Cartel Jalisco Nueva Generación y por otros grupos criminales que tienen a operadores políticos, en todo el país y en el mundo.
La disputa hoy por el control de poder político en Guatemala y el papel que está jugando la institucionalidad del Estado (CSJ, CC, TSE) para decidir quien sigue en la disputa del poder y quien no, no puede leerse de la misma forma y con análisis simplistas o ideales. En este caso, quienes los están sacando en la competencia, no todos tienen el mismo racero. Unos están siendo sacados como candidatos por problemas ideológicos, como el caso Francisco Foppa y MLP, otros por problemas familiares y la disputa del control entre las oligarquías criollas, como el Arzú, pero otros, como Carlos Pineda, me atrevería a decir, que es la disputa que hay entre las mafias del crimen organizado.
No se debe olvidar que, entre este entramado de disputas, está el empresariado conservador, como el CACIF, los militares tradicionales y genocidas, como FUNDATERROR, AVEMILGUA, EX PAC, GUATEMALA INMORTAL, LIGA PRO
PATRIA, que no solo están disputando para contrarrestar la lucha anticorrupción, sino para que termine la persecución penal en contra de militares quienes actuaron de forma impune durante la guerra. El papel que juegan en este momento, las religiones neopentecostalistas, que no solo son evangélicas sino también católicas como el OPUS DEI, SALESIANOS y otros, no debe pasar desapercibidos.
La disputa por el control de los territorios indígenas, por los miembros del crimen organizado y el gran pacto criminal llamado “CACIF”, es otra arista de este circo. La participación política partidista, de líderes y lideresas sociales, indígenas, etc., en partidos de derecha que antes estaban dirigiendo luchas territoriales o en defensa de los derechos humanos y victimas del genocidio, con la ilusión que su participación ayudará para que sean respetados los derechos territoriales de los pueblos originarios, están muy equivocados. Porque el proyecto histórico de los grupos de poder, nuevos o viejos, también tienen como objetivo, dejar sin nada a los pueblos originarios, porque para ellos, la explotación de los bienes naturales en territorios indígenas, es la carta de entrada para que los Estados Unidos los reconozca como amigo, aunque hayan asesinado y masacrado a comunidades enteras, por eso, la visita de todos los candidatos a la región nor-occidental del país.
En este escenario electoral, la participación raquítica de la izquierda en estas elecciones, deja mucho que desear. Se han tenido muchas oportunidades para propinarle una victoria al leviatán. Pero hemos sido incapaces de hacerlo. Y hoy no es la excepción; era la gran oportunidad, para quienes piensan que la única forma de cambiar el país, es asumiendo el reto de propinarle una derrota en su misma cancha, ocupando el congreso, la presidencia o las alcaldías. Era el momento para trazar la ruta, para ponerle un alto a la actitud caníbal del leviatán, que poco a poco está destruyendo nuestros territorios y nuestras vidas, pero pudo más el infantilismo de izquierda, incluso camuflajeado de “indigenismo decolonial”.
Los partidos de izquierda (WINAQ; URNG; MLP) y los progresismos o medios progresismos (SEMILLA y VOS), prefirieron luchar por su sobrevivencia política y arrastrados por los discursos supuestamente revolucionarios de los líderes de derecha o utilizando categorías capitalistas y occidentalizados, como: Estado fallido, activación económica, desarrollo, etc., en vez de avanzar hacia la construcción revolucionaria de un país diferente. Utilizando hasta discursos aceptados por el capitalismo y la derecha.
Hoy todos son revolucionarios, los líderes y caudillos de derecha, también; aunque odiando a la izquierda, utilizan las palabras de la izquierda y lo ponen en su contra. Hablan del pacto de corruptos, de la lucha ideológica, de cambios radicales, de que el pueblo manda. Por qué, porque la izquierda o las izquierdas siguen durmiendo en los brazos de Morfeo. Construyendo en pedazos. Cada izquierda es un pedazo que no se encuentran y ni se encuentran así mismo. Mientras los criminales, siguen su proyecto depredador.
Entonces, por ahora, ¡qué remedio!, pero, hay que avanzar, aunque recogiendo los pedazos y tratar de unirlos, para vencer al fantasma que llevamos arrastrado y nos arrastra y eso, no es para mañana, es para ayer.
1 Maya Poqomchi, antropólogo, filósofo, teólogo, investigador.
@fger_mayakat