El mural que visibiliza la resistencia de las mujeres indígenas en Guatemala

En un contexto donde las luchas de las mujeres indígenas son silenciadas, el mural No sin nuestras voces, obra de la artista Nerea Rogido y la fotoperiodista Angela Cúc, es una reafirmación visual política. Realizado en la Federación Guatemalteca de Escuelas Radiofónicas, esta obra muestra la valentía y dignidad de las mujeres de los pueblos originarios, visibilizando su historia y reivindicando su papel como sujetas políticas  que buscan de justicia social  y dignidad.

Nerea Rogido Foto: RRSS

El mural No sin nuestras voces, creado por la artista gallega Nerea Rogido en colaboración con la fotoperiodista kaqchikel Angela Cúc, se ubicado en la Federación Guatemalteca de Escuelas Radiofónicas (FGER) como un  homenaje a la lucha histórica de las mujeres de los pueblos originarios. Estas mujeres, a casi siempre invisibilizadas por un sistema racista y patriarcal, han sido pilares  de cambio en múltiples resistencias a lo largo de la historia. Su valentía y determinación son fundamentales en la búsqueda de justicia social y dignidad para sus comunidades.

Angela Cuc

Este mural no solo es una obra estética; es una afirmación política que busca desafiar las narrativas dominantes que minimizan el papel de las mujeres indígenas. A través de su arte, Rogido y Cúc visibilizan las luchas y sufrimientos, pero también la digna rebeldía de las mujeres, transformando sus historias en un discurso colectivo que reclama reconocimiento y respeto. La obra destaca la riqueza de los 24 idiomas que coexisten en Guatemala, simbolizados mediante puntas de color negro que evocan la memoria ancestral de los pueblos. En el centro, un rostro  fusiona dos realidades: la parte superior se basa en una fotografía de Ángela Cúc, mientras que la inferior representa las facciones de la abuela, de Nerea, un retrato significativo. Esta integración subraya el papel esencial de las mujeres en los procesos de resistencia y la importancia de la memoria intergeneracional.

Nerea Rogido ha expresado su convicción de que el muralismo es un vehículo potente de expresión que trasciende el arte convencional. Su enfoque en retratar a ancianas con tatuajes y miradas de determinación es un intento deliberado de desafiar estereotipos y resaltar la fortaleza de estas mujeres, quienes son vistas como fuentes de sabiduría en sus comunidades. Al incorporar la boca de su abuela en la composición, Nerea reivindica no solo la dignidad de su linaje, sino también la resistencia de todas las mujeres que han luchado por sus derechos.

Por su parte, Angela Cúc ha enfatizado que su contribución al mural, proveniente de su serie fotográfica La dignidad tiene rostro de mujer indígena (2020), busca resignificar de las mujeres indígenas desde una perspectiva de poder, dignidad, alegría y el derecho a susu plena existencia. Su imagen, que ahora forma parte de esta obra colectiva, se convierte en un símbolo de afirmación y resistencia contra los sistemas de opresión.

Este mural, que fusiona arte y fotoperiodismo, aglutina la memoria y la diversidad de los pueblos originarios de Guatemala. En cada trazo y color, amplifica la voz de aquellas que, con su fuerza y convicción, continúan desafiando un sistema que ha intentado silenciarlas. A través de esta obra, se reivindica el arte como una herramienta crucial en la visibilización de las luchas sociales, es decir, el arte como herramienta política para la  transformación.

Nota: Carolina Sinay/ Jun Na’oj