#Opinión | Kajkoj Máximo Ba Tiul – Centro de Reflexiones Nim Poqom.
No es cierto como dicen algunos analistas que incluir a la Fiscal General Consuelo Porras y al Secretario General del Ministerio Público, en la lista de corruptos sea una sorpresa. Esta no es una sorpresa, además como tampoco lo sería, si el sistema de justicia de nuestro país, dictara orden de captura contra la Fiscal General, cosa que estamos muy lejos de verlo, por el control que tiene el grupo criminal y corrupto que se ha adueñado de las principales instituciones del Estado.
Lo que sí puede habernos sorprendido, es que esto se da, en el marco de la CELAC y la participación de Giammattei, en la Asamblea de la ONU en Nueva York. Sin temor a caer en especulaciones, la pregunta es: ¿Qué le salió mal a Giammattei en estas reuniones? ¿Cuáles eran las negociaciones y lo que no salió bien en la CELAC? ¿Entregar a la fiscal general y a su secretario privado, tiene algo a cambio? así como es de mentiroso Giammattei, ¿habrá verdad en sus palabras cuando se manifiesta a favor de la Fiscal?. Porque a los corruptos ya no se les cree nada, ellos saben que es lo que hacen y dicen que les vale.
Alguien que siga poniendo en duda el papel de la fiscal para favorecer al pacto de corruptos, a grupos genocidas, a criminales de cuello alto, a narcotraficantes, etc., creo que no vive en Guatemala, sino en Macondo u otro lugar. Lo que destapó Juan Francisco Sandoval, no es nada nuevo. Tal vez sin mayor información, siempre se ha dicho y lo hemos dicho, que la corrupción desde Pedro de Alvarado hasta hoy, es parte de la cultura política en nuestro país. Conceder y despojar tierras, territorios, recursos naturales, utilizarlos como mano de obra barata y serviles, convertirlos en esclavos, cooptar líderes, académicos, medios de comunicación, criminalizar, asesinar, desaparecer, perseguir, a quienes no se alinean, se ha podido hacer cobijado con el manto de la corrupción y la impunidad que casi es parte del folklor guatemalteco.
Los corruptos y criminales, ven sus hechos como normal y así nos han acostumbrado a nosotros a verlo. “Bueno que robe, pero que haga algo”. “Gracias al señor presidente y al alcalde porque llegó a mi comunidad”. “Qué bueno que hayan arreglado mi camino, aunque sea un poco de cemento pero ya no voy a machucar lodo”. “Gracias al alcalde porque ayudó con un bote de pintura para la cancha de básquetbol”. “Gracias señor alcalde, porque nos regaló agua y pastel para el día de la madre o día de la independencia”. Agradecimientos como estos, solo perpetúan y normalizan la corrupción, sobre todo porque no se tiene la capacidad para auditar, cuánto costó ese pastel que se comieron las mamás en las comunidades o los tamales de los niños en las escuelas.
Como dice Enrique Dussel: “La corrupción es doble: del gobernante que se cree sede soberana del poder y de la comunidad política que se lo permite, que lo consiente, que se torna servil en vez de ser actora de la construcción de lo político. El representante corrompido puede usar un poder fetichizado por el placer de ejercer su voluntad, como vanagloria ostentosa, como prepotencia despótica, como sadismo ante sus enemigos, como apropiación indebida de bienes y riqueza”[1].
El corrupto y criminal se convierte así, por el poder que la comunidad le da. El presidente, el diputado, el juez, el maestro, el sacerdote, el pastor, el COCODE, el líder de la ONG, el líder político, el policía, el militar, etc, cuando se adueña del poder, se impone y se convierte en un caudillo, dictador, asesino, etc. Sus ideas, sus acciones deben ser reverenciadas y hay de aquel que diga lo contrario, porque “anatema es”. El rebelde, el revolucionario, es un maldito y debe ir al fuego eterno, en este caso a la cárcel o al cementerio. Como está sucediendo en Nicaragua, El Salvador, Honduras y Guatemala, donde muchos activistas de derechos humanos están siendo asesinados, encarcelados, criminalizados, obligados a exiliarse, al destierro, por los grupos corruptos y criminales.
Giammattei, sale como es su costumbre a defender a la Fiscal, aduciendo que se debe investigar y que es una falta de respeto, porque los corruptos y criminales se apoyan, pero también se traicionan. La falta de respeto es de ellos, cuando han dejado al pueblo para que enfrente solo el COVID. La mayor cantidad de vacunas son donaciones, el recurso para enfrentar la pandemia y mejorar hospitales, se lo robaron. En las comunidades las personas se mueren de hambre. En complicidad con los alcaldes, no han invertido nada a favor de los damnificados de los huracanes, no solo los del año pasado, los de hace muchos años. Damnificados del volcán están abandonados.
No es mentira que Consuelo Porras, su secretario, Giammattei, diputados, jueces, y alcaldes, no sean corruptos, como lo afirmamos alguna vez, que ni licuándolos podemos sacar uno bueno. Todos absolutamente todos de alguna manera son corruptos y criminales y que han tomado al Estado como su instrumento de poder, pero también nosotros somos cómplices, algunos por omisión y otros por acción, de todo esto. Quienes han participado, en COCODES, COMUDES, CONADUR, o como funcionarios medios de cualquier oficina, comisiones, quienes avalando míseros proyectos o ven la forma como estos corruptos se han adueñado de los recursos del estado y no dicen nada, son cómplices por acción, porque lo ven y no dicen nada, para que les caiga alguito en su bolsa.
Lo que estamos viendo hoy en Guatemala, es porque hemos dejado que nos arrebaten el poder. Mientras tanto, los corruptos y criminales, cuando se les toca, abogan por la intervención y la no violación de la soberanía, claro porque está en peligro sus intereses.
[1] Dussel, Enrique, 20 Tesis de Política, CREFAL, Editorial Siglo XXI, México 2006.