#Opinión | Jairo Mejía.

En Guatemala, la expectativa por ver avances significativos en poco tiempo es una constante. Sin embargo, ¿es realista esperar grandes cambios en los primeros 100 días de un nuevo gobierno? El próximo mes marca el hito de los primeros 100 días del gobierno de Arévalo y Herrera. En nuestra cultura mediática, es común evaluar los aciertos y desaciertos de un gobierno en este periodo. Pero, ¿por qué los 100 días? ¿Qué los hace tan importantes?

Podría ser porque queremos que los problemas se resuelvan rápidamente, reflejando una ansiedad colectiva por cambios instantáneos. Esta ansiedad puede ser alimentada tanto por los medios como por la ciudadanía misma. ¿Quién influye primero? Es difícil decirlo, pero lo cierto es que tenemos una predisposición hacia cambios rápidos. Los medios de comunicación desempeñan un papel crucial en la formación de la opinión pública, y viceversa. Sin embargo, debemos preguntarnos si es beneficioso desear cambios rápidos. ¿Son los cambios rápidos siempre buenos? ¿Y los lentos, necesariamente malos?


En cuanto a la evaluación de un gobierno a los 100 días, surge la pregunta: ¿es suficiente tiempo para juzgar? ¿Deberíamos esperar más o menos? ¿Y quién debería liderar estas evaluaciones, los medios, la ciudadanía o algún ente externo? Es esencial detenernos y analizar nuestro entorno, cuestionar los cambios y entender su impacto. ¿Nos convencen los cambios porque nos benefician individualmente o porque son para el bien común?

Arévalo y su gabinete aceptan que es válido cuestionar, pero deben recordar que la sabiduría colectiva del pueblo a menudo es acertada. Sin embargo, ¿qué tan justificadas están las críticas del grupo mayoritario hacia el gobierno? En última instancia, si esperamos que nuestro gobierno esté a la altura, también debemos ser un pueblo que esté a la altura.


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