#Opinión | Fernando Girón Soto
Julio de 2020
Ya pasan más de cuatro meses desde que el gobierno presidido por Alejandro Giammattei reconoció públicamente la presencia del COVID¬19 en el territorio nacional. Desde entonces a la fecha pasaron muchas cosas, algunas medidas acertadas al principio, como las primeras instrucciones de distanciamiento social y suspensión de servicios públicos de transporte y educación, pero fueron seguidas por posiciones en su mayoría lamentables, confirmando lo que parecía se venía encima con la pandemia: gestión ineficiente y sumamente corrupta del presidente y su equipo de gobierno, una actitud mediocre que está al servicio del poder económico “legal” y criminal, quienes financiaron y sostuvieron su candidatura para la dirigir el poder ejecutivo, y un insoportable desprecio por la vida y sufrimientos de la población.
Las consecuencias de tan pobre desempeño se resumen en números dramáticos y de difícil justificación para el gobierno, veamos:
En resumen, pasados cuatro meses, la evolución de la crisis pandémica da toda la impresión de “habérsele ido de las manos” al gobierno de la República, quien busca diferírsela exclusivamente a las municipalidades y comunidades del país, sin aportar insumos, capacitación, planes, ni siquiera instrucciones mínimas de “que hacer” con que, quienes, cuando, donde, etc.; el resultado, casi seguramente, será catastrófico para la vida, salud, economía y subsistencia de la mayoría de la población.
Por si fuera poco, el desastre sanitario coincide, y no casualmente, con la ofensiva de las estructuras criminales y la parte más inmovilista del poder económico para cooptar totalmente la institucionalidad del Estado y asegurarse impunidad, privilegios y la perduración del modelo económico abundantemente fracasado, que solamente produce pobres, deterioro y miseria para la mayoría de los habitantes del país.