Parte I 

#Opinión | Kajkoj Máximo Ba Tiul – Centro de Reflexiones Nim Poqom.

Invasor, ladrón, haragán y ahora hasta “terrorista”.  Así, llaman los “supuestos” dueños a los mayas y campesinos, que reclaman su tierra y territorio.   No hay ninguna duda, que estas tierras y territorios pertenecen a ellos.  Así lo describieron en la carta pastoral el “Clamor por la Tierra”, los obispos de la Conferencia Episcopal de Guatemala en 1988: “EL CLAMOR POR LA TIERRA es, sin duda alguna, el grito más fuerte, más dramático y más desesperado que se escucha en Guatemala. Brota de millones de pechos de guatemaltecos que no solo ansían poseer la tierra, sino ser poseídos por ella. Hombres y mujeres hechos de mazorcas blancas y mazorcas amarillas[2] que, por una parte, se sienten tan profundamente identificados con los surcos, la siembra y la cosecha y, por otra, se ven expulsados de la tierra e impedidos de hundirse entre sus surcos fértiles por una situación de injusticia y de pecado. Son como forasteros en la tierra que les perteneció por milenios y se les considera como ciudadanos de segunda clase en la Nación que forjaron sus colosales antepasados.

No debería ser motivo de duda, aceptar que los legítimos dueños de las tierras y territorios, sobre todo del Norte, son los pueblos mayas, quienes comenzaron a vivir en estas tierras, desde unos 300 o 400 años antes de nuestra era.   “Ya estábamos aquí”, antes de la llegada, de los españoles, antes de Hernán Cortez y Bernal Diaz del Castillo, quienes utilizaron estas rutas, para llegar hasta el Golfo Dulce ahora Río Dulce y de ahí, regresar a Cuba.  Los Q’eqchi’, Ch’ol, Akala’, Lakandon, Manché, Mopan, Itz’aj, conformaron confederaciones de pueblos y cada pueblo con su propia autonomía.

Es en este espacio territorial, en donde consolidaron su ser “Aj K’aleb’aal” (Q’eqchi’), “Aj Pan Awix” (Poqomchi), “Aj Chu Jib’” (K’iche’), que significa, “seres humanos hechos de mazorcas blancas y mazorcas amarillas”, como lo describe claramente el Popol Wuj.  Estos hombres y estas mujeres, constituyeron grandes “junk’ab’al” (familia en Q’eqchi’), nim laj paat (en Poqomchi), nim laj jay (K’iche’).  Donde aprendieron, conocieron, sobre sus “sutam”, que es mucho más que el territorio kaxlan.  Allí, les enseñaron sobre los “Oxlajuh (13) Tzuul Taq’ah” (montañas/cuevas en Q’eqchi’).  “Juyuq’ Taq’a” (en Poqomchi).

Así, construyeron su “identidad”, relacionado al “loq’laj ch’och’” (sagrada tierra).  Estas tierras que les fueron arrebatadas, cuando llegaron los “kaxlanes”.  Los kaxlanes no pudieron entrar fácilmente, porque los pueblos “resistieron” hasta muchos años después que los pueblos de occidente, hasta que fueron reducidos a pueblos por Fray Bartolomé de las Casas y compañeros. Estos reasentamientos siempre fueron parciales, porque los pueblos del norte, enfrentaron el modelo colonizador y de ahí, llamarlos “Ch’ol Winq”, que significa “hombres y mujeres rebeldes” u “hombres y mujeres que resisten en la montaña”.  Los dominicos para poder controlarlos, quisieron reasentar a todos, con fines tributarios, pero siempre hubo resistencia por parte de comunidades y pueblos.  Quienes resistían, constituían comunidades, en lo más profundo de la montaña, construyendo nuevos pueblos, por eso, hubo territorios donde convivieron sin tomar en cuenta a que pueblo pertenecían, creando territorios multiculturales, como hasta ahora[3].  Por eso, no es raro, que las comunidades desalojadas por el modelo de expolio promovido por finqueros de la región, son apoyados por otras familias y conviven como lo hicieron sus antepasados[4].

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Aquí tiene sentido la idea del “komuun”.  Principio que fue cristianizado con la idea del “komoniil”.  El principio cristiano, está basado solo con la idea de compartir cristiano, “Ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común”[5].  El komuun, como sistema de vida maya, no estaba relacionado solo a las cosas, sino también al cuidado y a la protección de la tierra y del territorio.  Eso quiere decir, que un “k’aleb’aal” o un “ch’ol winq”, su identidad, su espíritu, su vida, está íntimamente relacionado a su “ch’och’el”.  De tal suerte, que cuando se despide de este lugar, dicen: “xa qanab’ la ch’och’el, la mulel, re xtawb’al b’aar xat ch’aal” (dejás tu tierra y tu sombra, para volver encontrar de donde viniste”.  Y entonces, tiene sentido, la idea, del “ch’up”, “muxux” (ombligo).

¿Dónde construyó todo esto el Q’eqchi’ o Poqomchí?  En su tierra y territorio. Si no fuera dueño histórico de estas tierras y territorios, no tendría sentido lo que describimos anteriormente.  Como encontramos en textos indígenas de la región, escritos desde hace muchos años y en saberes comunitarios, que cuentan, que cuando llegaron los primeros extranjeros y les decían, estas tierras son nuestras, los líderes comunitarios siempre respondían: “¿Cómo decís que sos dueño de estas tierras, acaso vos le pusiste de nombre al río- Ikbolay, al ave-pich’, a la montaña-Itz’am, al maíz-ixim, al sapo-kopopo’?   Esos nombres, lo pusieron mis abuelos y abuelas, y nos fueron transmitidos por nuestros padres y nuestras madres, cuando nos reuníamos en nuestro junk’ab’al, cuando íbamos a sembrar, cuando caminábamos. (continuará)


[1] Es parte de un documento que estamos tratando de escribir y que hasta el momento le llamamos “la filosofía del Aj Ral Ch’och”.  Gracias al aporte de Aj Xol Ch’ok, Amalia, Francisco, Tomás y muchos más con quienes hemos compartido estas ideas que nos dejaron nuestros abuelos y abuelas y que siguen inspirando nuestra lucha.

[2] El texto original dice: “hombres de maíz”.

[3] https://www.centroreflexionesnimpoqom.com/post/repensando-el-territorio, visto última vez el 24 de junio de 2024.

[4] https://www.plazapublica.com.gt/politica/articulo/desalojados-queremos-que-el-presidente-sepa-que-estamos-refugiados-debajo-de-los, visto última vez el 24 de junio de 2024.

[5] Hechos 4:32-36.