#Opinión | Julio Cano/economista
La economía es la reina de las ciencias sociales solía decir Paul Samuelson, el economista norteamericano cuyas ideas y enseñanzas nutrieron los programas de política económica de los países y los textos del aprendizaje de la economía en las universidades.
¿Por qué reina de ciencias sociales? Porque el fenómeno económico ocurre en el espacio propio de la vida de los humanos: el orden social. En otras palabras, es difícil -cuando no imposible- decir pienso, analizo, debato o comparo la economía de los humanos con la economía de otros seres vivos, tal como podría decir en fisiología, para diferenciar lo que pienso y conozco de la fisiología humana y de la fisiología de cualquier otro ser vivo.
Pensar la economía en el marco del orden social necesariamente liga el pensamiento económico a otros saberes del humanismo como el derecho, la historia, la medicina social, y demás expresiones que refieren a la cultura en los términos que son comunes a la humanidad y las formas particulares de las culturas de los conglomerados de humanos. Asimismo, pensar que la economía ocurre en el orden social también define su finalidad: el bienestar de los humanos[1].
Siendo la economía la reina de las ciencias sociales y además ligada al bienestar de las personas, su comprensión es algo más que la cuenta de los números del presente y las predicciones numéricas en el futuro. En realidad, los números en la economía solo dan una idea de las partes, pero la comprensión de la otra -u otras partes- requiere del soporte de los enfoques de los otros saberes de la humanidad.
Geopolítica, globalización y el marco internacional para Guatemala
Desde que Guatemala existe como población encuadrada en un territorio vinculado a la economía internacional importa el qué, el cómo, el conqué y el por qué debe correlacionar su bienestar interno con el del mundo, por lo menos en la parte de la esfera geopolítica de las relaciones dominantes en la que está atrapado el territorio guatemalteco.
Históricamente el inicio de la búsqueda de vincularse al mundo, se tasa en 1524 el año de la llegada y toma del control del territorio por los españoles. Desde aquel año la suerte del bienestar quedó echada y los pobladores quedaron vinculados –aunque no lo hayan palpado o percibido- al desenvolvimiento de la economía internacional y al orden social que ésta impone para su desempeño.
Pero Guatemala es una pequeña pieza, en muchos sentidos. Así que el país o mejor dicho quienes conforman la población del territorio han debido navegar en su bienestar, según los intereses geopolíticos del polo dominante: representado primero por España, luego por Gran Bretaña y en el período de la modernidad por Estados Unidos. Y en el ejercicio de su papel de gobernantes del territorio, las reducidas poblaciones de las élites dominantes internas deben ajustar sus brújulas en busca de las señales que manda el polo dominante.
En los tiempos recientes, a partir de los años 1980, los intereses dominantes de Estados Unidos se orientaron por el rumbo de la globalización. Pero para las economías de las pequeñas piezas territoriales, el rumbo de economía global no ha sido lo suficiente claro hasta para vigilantes élites dominantes. Entre la marcha de la globalización y la búsqueda del reacomodo de las élites dominantes, para una buena parte de la población guatemalteca el significado de la globalización ha sido buscar con su propio lente el trazo de las formas de empleo, aún fuera de las fronteras del país. Y es que los códigos de la globalización forzaron la reconversión de la economía agroexportadora y de industrialización inducida, que las élites guatemaltecas impulsaron luego de la finalización de la II Guerra Mundial.[2] Reconversión que para la población significó la pérdida de empleos. Siendo así el norte para la población es emprender la ruta de migración por las vías legales o ilegales, al territorio del propio polo de dominio, Estados Unidos, pues las zonas fronterizas de los territorios adyacentes, los otros países centroamericanos y México, están sumergidos en situaciones similares a las de Guatemala.
Un vistazo de los números en la economía en Guatemala[3]
¿Y qué dicen los números de la economía guatemalteca en este entorno del mundo globalizado? Dice que la cuenta de remesas familiares de la balanza de pagos empezó a resaltar por encima de las cuentas de los intercambios de bienes, principalmente en los años 2000, con el aumento de los ingresos provenientes del empleo de los migrantes.
El efecto del robustecimiento de las remesas familiares en el ingreso de divisas al país, pasó de desapercibido a notoriamente importante, al alimentar sostenidamente el aumento de las reservas monetarias internacionales. Las reservas monetarias internacionales, expresadas en moneda extranjera o divisas, son el signo del ahorro que deja en el país el intercambio internacional.
El otro efecto del crecimiento de las remesas ha sido el mejoramiento del saldo de la balanza de pagos[4]. Así, el saldo negativo de la cuenta corriente que acostumbró mostrar el registro de las actividades internacionales del país, empezó a reducirse en 2010 y a registrar una serie positiva en 2016 y los años subsiguientes.[5]
La primera lectura de este efecto de los ingresos sobre los egresos cuenta una historia anual de éxitos, que de continuar en los siguientes años colocaría al país en una situación ventajosa en vías del mejoramiento continuo de la posición financiera -en metáfora, entrando a las puertas de la época de vacas gordas o encontrando el rumbo de lo prometido del presagio de los beneficios de la inserción en la economía internacional-. Sin embargo, una comprensión integrada a la noción del bienestar de los humanos requiere de algo más que la lectura de los números y conceptos de la contabilidad.
Más allá de los números
La economía se integra, básicamente, de tres aspectos: la producción, la distribución y el consumo. El bienestar depende de esos aspectos: qué y cómo se produce, qué y cómo se distribuye, y como efecto de ambos qué y cómo consumen los pobladores su producción.
En el caso de Guatemala, el orden social dominante ha mostrado pocos cambios en dirección del bienestar de las mayorías. La persistencia es visible en los contrastes de aumento de los niveles de pobreza y los trazos de la acumulación de riqueza.
En ese contexto ¿Cómo pueden leerse el manejo de las finanzas? El primer efecto notorio es la falta de vínculos entre la economía financiera y monetaria con la economía real; es decir, las reservas y los ahorros en cuenta corriente de la balanza de pagos no se conectan con la economía real y quedan en espera de las decisiones políticas de la lectura de las élites en su afán de sostener sus beneficios. Así se observa que mientras las remesas y las reservas crecieron a tasas promedio de 9% y 12%, en el período 2008-2018, la formación bruta de capital creció a un ritmo de 3% en el mismo período.[6]
¿Por qué? La globalización allanó el camino para la circulación fácil, rápida y a bajo costo del dinero sin importar el tamaño, aunque ello implique ralentizar las mercancías que aprovisionan el mercado de consumo interno. La paradoja con la ideología es que mientras los gobiernos facilitan la circulación del dinero al tiempo que limitan la movilización de las personas.
La fácil circulación del dinero requiere de la flexibilización de los tipos de cambio, con el fin de expeditar la conversión de la moneda local en los términos de la moneda del polo dominante; esta es una decisión de gobierno, aunque se realice con el argumento de libre mercado. Esta forma de operar la conversión monetaria abrió la escena, para que los sistemas financieros de los países vieran con la mayor previsión posible la dirección de los movimientos de los mercados de las finanzas internacionales.[7] Esto explica el desligamiento de la economía real de la monetaria. Así, esta última se dota de capacidades institucionales para obtener beneficios de los movimientos internacionales del capital dinerario, sin tener que pasar, necesariamente, por los equilibrios con las economías reales internas; en el sentido inverso, las posibilidades de acceso a los recursos financieros para el desarrollo de las actividades de la economía real, cuyo destino es la satisfacción de las necesidades propias de las culturas locales que se reducen.
La independencia de la economía monetaria con respecto de la economía real, no se estructuró de la noche a la mañana. En Guatemala la arquitectura financiera se modificó, primero para derruir la paridad 1 a 1 de la moneda nacional, el Quetzal, con respecto del dólar y luego para quebrar al Estado la gobernabilidad central de la política con la reforma del artículo 133 de la Constitución Política del país.[8]
Así, según el mandato constitucional reformado la Junta Monetaria -la entidad pública encargada del manejo de la política monetaria y financiera en el país- tiene prohibición, salvo en el tiempo de desastres públicos decretados por el Congreso de la República, de autorizar al Banco de Guatemala (el banco central) el otorgamiento de créditos en forma directa a las entidades del Gobierno; por consiguiente, la forma en que las entidades de gobierno pueden acceder a recursos financieros es a través de la oferta de las entidades del sistema bancario y financiero del país. Por ejemplo, cuando el gobierno tenga falta de liquidez puede recurrir al sistema financiero, pero deberá sujetarse a las condiciones de regulación en que éste otorga los créditos, tales como los plazos, las garantías, las tasas de interés, la disponibilidad de recursos y las demás que estilan los negocios crediticios. El significado de esto es, ni más ni menos, que el Estado se redujo por mano propia el ámbito de soberanía en el manejo monetario y financiero.
En este marco los números de la economía guatemalteca adquieren otro matiz de significación. Al menos es importante considerar lo siguiente:
- El Estado ha captado y acumulado una cantidad importante de remesas originadas por los ingresos de los migrantes y, a través del manejo del tipo de cambio, ha estado entregando a las familias de los migrantes dinero en moneda nacional.
- El valor de las remesas se acumulan en los fondos de reserva del Banco Central, pero éste no puede entregarlo al Gobierno Central u otra dependencia pública, mediante instrumentos de crédito negociados directamente; si las dependencias públicas y el Gobierno Central requieren fondos de créditos internos deben acudir al sistema financiero y negociar las condiciones con los bancos. Los bancos analizarán el costo-beneficio de sus disponibilidades, según sus disponibilidades y las condiciones que rijan en la oferta y demanda internacional de recursos financieros.
- Para acceder al valor de las reservas acumuladas, en negociación directa con el Banco Central previamente el Congreso de la República deberá decretar el Estado de catástrofe o desastre público.
¿Qué implicaciones tiene para el manejo de la política económica? Las implicaciones son, en síntesis:
- El Estado está fuertemente restringido para impulsar políticas económicas en tiempos en los cuales no pueda decretarse calamidad o desastre, recurriendo al uso de las disponibilidades financieras tales como las reservas monetarias internacionales acumuladas. Por ejemplo, si una política económica decidiera ampliar la base de producción agropecuaria para la producción de mercancías de consumo interno, a través de fondos de créditos para pequeñas y medianas empresas agrícolas, no podrá hacerlo directamente con recursos en poder del Banco de Guatemala y al amparo de la Junta Monetaria, salvo que ocurra un desastre o catástrofe y además que el Congreso la decrete; en el pasado, no obstante que se han declarado estados de calamidad por desastres naturales el Gobierno no ha recurrido al uso de recursos de las reservas monetarias internaciones, tal como ocurrió con la erupción del Volcán de Fuego en el año 2018.
- El comportamiento de la capacidad de la economía real para crecer es incongruente con el aumento del ingreso de remesas familiares y de la base monetaria de las reservas monetarias internacionales. El equilibrio monetario y la estabilidad del tipo de cambio, inducido por el trabajo de los migrantes y sus envíos de remesas no podido dirigirse a equilibrar el ahorro con la inversión en la economía real.
Y ante la amenaza global del virus que provoca el riesgo de contagio de la enfermedad COVID19, Guatemala al igual que los demás países, han reducido, y aún anulado, muchas de sus actividades económicas y sociales. Las previsiones sobre la contracción y recesión económica son cada vez mayores. Pero cabe preguntarse ¿Cómo conducirá el Gobierno la política económica, para incidir de manera real en mejora de la salud pública y en la recuperación económica, ahora que el toro de la desregulación financiera está suelto desde los años 1990 a los movimientos internacionales de las finanzas?
El primer escollo que deberá sortear el Gobierno es el escollo por mano propia al amparo de la globalización y la ideología: todos los países, incluidos los que disponen de mayor tamaño y recursos políticos, están emitiendo valores de créditos en búsqueda de los recursos financieros ahorrados en todos los países. Entonces cabe preguntarse ¿Las reservas monetarias depositadas en el Banco de Guatemala, producto del trabajo de migrantes, estarán disponibles para plantearse el reto de la recuperación económica, primero, y luego el mejoramiento del bienestar de la mayoría de la población?
[1] Es difícil pensar la ciencia, en sus aplicaciones, en términos diferentes al bienestar de los humanos.
[2] La reconversión de la economía ha sido un proceso muy complejo, de hecho la antañona matriz productiva de predominio del comercio exterior de bienes de consumo agrario se ha sostenido aún con los problemas de demanda internacional de su producción, por un lado; y por el la lado de la industria, la maquila de confecciones y tejidos: ambas actividades han logrado penetrar con alguna ventaja en la globalización.
[3] Según las cifras oficiales del Banco de Guatemala, www.banguat.gob.gt consultas realizadas el 21 y 22 de abril de 2020.
[4] El saldo de cuenta corriente es la suma ingresos por las exportaciones de bienes o cosas materiales menos las exportaciones más los ingresos por los servicios o los pagos por el trabajo u otro tipo de servicios.
[5] Los registros oficiales de las cuentas internacionales de Guatemala aún no son públicos, pero observando lo que sucedió de 1916 en los saldos y la subida de las reservas podría esperarse que en 2019 también el saldo fuera positivo.
[6] La economía real es el quantum de la producción y el consumo de mercancías de la población de los países. Los indicadores de las dimensiones en que se miden las producciones pueden ser diversas: quintales de maíz o frijol, manzanas de tierra cultivadas, tiempo de uso de las maquinas, tiempo de horas laborados, etc. La economía financiera o monetaria, por su parte, es el medio para representar el valor del intercambio que permite acceder a las cantidades de los bienes consumibles, los insumos, o la tierra y sus depósitos de recursos minerales; en otras palabras, la economía monetaria establece la medida de los parámetros del valor, expresado en las unidades monetarias o los precios a que se intercambian (o ahorran reservas para el futuro). El puente de conexión entre los valores presentes y futuros es la inversión. La inversión tiene por objetivo reservar los recursos para multiplicar la producción en el futuro. El ejemplo de la inversión en el sentido de la economía real son las semillas que se guardan para la siguiente cosecha y el valor a futuro dependerá de la cantidad de producción que se obtenga de las semillas que se reservaron.
[7] La incertidumbre en economía tiene un precio a futuro. El precio a futuro tiene una relación inversa con las expectativas, si éstas son de tiempos mejores o de vacas gordas los precios a futuro suben, mientras que si son de vacas flacas los precios a futuro disminuyen.
[8]Reformas Constitucionales de 1993, con la reforma del artículo 133.