El 11 de septiembre de 1981, Adriana Porttillo fue testigo de una escena que nunca olvidaría. A las afuera de la casa de su padre, se encontraban fuerzas de seguridad del estado, junto con hombres de particular que con mangueras y escobas limpiaba el garaje.
Un día antes, él había salido de Jutiapa con dos hijas de Adriana, una sobrina, su cuñada y su hermano Habían acordado reunirse para celebrar el cumpleaños de uno de sus sobrinos.
Testigos relatan que vieron como mujeres eran subidas a un pickup entre gritos de auxilio y lágrimas. También presenciaron como el ejército se llevó a dos hombres mal heridos.
Los seis miembros de la familia fueron secuestrados y desaparecidos por el ejército de Guatemala. ¿La razón? Algunos de ellos pertenecían a la Organización del Pueblo en Armas, ORPA, enemigo interno del estado.
Adriana Portillo, testigo en el caso Molina Theissen, expresa que pasaron 25 días entre la desaparición de sus familia y la de Marco Antonio, en operativos similares.
«Estábamos conscientes que nuestras vidas estaban en riesgo, pero no imaginamos que niñas y niños serían utilizados por las fuerzas de seguridad para aterrorizarnos» relató Adriana Portillo.
En su caso cuenta con la declaración en cadena nacional de las fuerzas de seguridad, quienes informaron como un logro, el allanamiento en la vivencia de uno de los dirigentes de ORPA, ligando intrínsecamente al ejército con la desaparición de su familia.
La desaparición de su familia le provocó estrés post-traumático crónico, ella misma relató cómo ha tenido episodios suicidas. La desaparición forzada para ella es “la perfección de la tortura, no hay cadáveres. Solo fotografías y recuerdos dolorosos”.
Adriana Portillo, ha denunciado su caso pero no ha registrado avances, por ello pide justicia en el presente caso.
“yo espero que se haga justicia para Marco Antonio y para su familia, porque justicia para Marco Antonio, es justicia para aquellos que perdimos a nuestros hijos” finalizó.