#Opinión | Anderson Aguirre.
344 años de fundación de una de las más eficientes instituciones encargadas de sostener el estatus quo, con ideas y modelos de educación retrógrados que solo promueven el sostenimiento de una sociedad sin identidad, con un pasado mutilado por la “Historia oficial” donde los pueblos no figuran.
La Universidad de San Carlos a lo largo de sus 344 años, no ha desarrollado conocimientos que permitan un crecimiento integral de las personas, por el contrario sus autoridades y sectores que la conforman solo han replicado y profundizado el racismo estructural, de una sociedad decadente que teniendo sus inicios en la colonia y que en la actualidad junto a la universidad agoniza, pero se resiste a morir.
Esta universidad de la que muchos se vanaglorian en decir que es una institución con más de trescientos años, desde su fundación nunca ha fomentado la investigación ni la creatividad de sus docentes y menos la de sus estudiantes, es por demás decir que esta nunca ha tenido un espacio dentro de sus fines, por el contrario solo ha fomentado los mecanismo de alienación de las diferentes capas sociales que fundamentadas en el racismo se han establecidas como únicas a optar a la educación universitaria, una institución que a pesar de sus múltiples unidades “académicas” nunca han generado un cambio real para la sociedad, siendo en varias ocasiones sus egresados los que más han fomentado el sostenimiento de este sistema decadente.
Que esperamos de esta institución cuando a la más mínima idea de cambio esta ha respondido con la represión, la cual ha sido parte de su forma de control que ejercen junto a las autoridades gubernamentales y que ha tenido su mayor apogeo dentro de los 36 años de guerra interna y los rezagos que esta dejo, teniendo como representación más clara de violencia la huelga, un espacio que en un momento representó un espacio estudiantil de expresión, pero que en la actualidad, no es más que una representación de la corrupción, la violencia y el racismo estructural, una representación del «movimiento estudiantil» que se ha vendido al mejor postor y que ha reprimido a los que están en su contra mediante la violencia, al no aceptar que agoniza y que por lo tanto debe morir, para cambiar estas lógicas que no tienen más cabida dentro del movimiento estudiantil.
Luego de la recuperación de la AEU, representación estudiantil que estuvo cooptada por 17 años, por parte de una de las estructuras criminales más fuertes a lo interno, por su vinculación con las autoridades universitarias y de grupos criminales externos a la universidad (maras, municipalidad de Guatemala y grupos clandestinos de represión del estado), cuya cooptación tuvo la venia de las autoridades en su sostenimiento y que aun en la actualidad a tres años de su desconocimiento, dichas autoridades aún apoyan a estos grupos que se resisten a desaparecer, pues su desaparición sería terminar con uno de los espacios que más impunidad y corrupción ha demostrado desde la rectoría de la universidad hasta los grupos de huelga y asociaciones teóricamente «estudiantiles» que aun permanecen presentes, sea este caso las asociaciones de criminales de Ciencias Económicas, Humanidades y de la Escuela de Formación de Profesores de Enseñanza Media –EFPEM, que sus vínculos de corrupción y cooptación provienen del palacio de la loba.
Personas serviles, parásitos que se enquistan en el gobierno universitario o en muchos casos que utilizan la universidad como trampolín político, para obtener espacios dentro del Estado racista, esta visión nunca se ha alejado de las «representaciones estudiantiles», cuyos actores en su mayoría hacen honor a la frase contenida en uno de los murales de la universidad “estudiante sospecho que te vas a graduar de explotador”, y de las cuales hay muchos ejemplos, desde miembros del Consejo Superior Universitario que se han enquistado durante más de 12 años en una representación aduciendo que no se han hecho elecciones en el colegio profesional que representa, así como «representantes estudiantiles» que al igual que muchos diputados votan en contra de los estudiantes, buscando beneficios particulares, llegando a la cumbre de la decadencia universitaria con un rector que se beneficia de las estructuras criminales y que está dispuesto a vender la universidad a cualquier precio con tal de asegurar su posición y una buena comisión, negocios que se originaron desde su decanatura en Ingeniería.
Todas estas situaciones que son una pequeña muestra de lo que es la universidad, una universidad racista, misógina y homofóbica.