Texto y fotos: Carlos Ernesto Cano.
 
Es domingo temprano por la mañana y una de las estudiantes que mantienen ocupado el edificio de la rectoría de la Universidad de San Carlos de Guatemala, abre la puerta del inmueble tomado para que pueda ingresar, me dice que tome asiento en uno de los sillones del edificio universitario y espero unos minutos, mientras tanto logro ver y observar algunos de los carteles y afiches que contienen distintas consignas  explicando el porqué de la toma de dicha instalación universitaria. Esta toma en tiempos de pandemia de la COVID19 es sui generis en muchos sentidos. Esta ocupación estudiantil inició el día 10 de septiembre y hasta este día son dos edificios los que mantiene ocupados los colectivos estudiantiles, CEU[i], MEUC[ii] y FERG[iii], colectividades integradas por estudiantes de distintas facultades y escuelas de la única universidad pública en Guatemala.

 
El origen de la toma
 
Pero porqué se decidió tomar dos instalaciones (edificio de Rectoría y el edificio de la DIGA) dentro del campus universitario central, para eso hablamos con Eduardo Arriola del CEU, uno de los estudiantes que mantiene la ocupación y que lleva más de 40 días de toma.
Arriola es estudiante de la Facultad de Derecho y cuenta con pensum cerrado y nos explica los factores centrales del porqué de la toma. En primer punto nos menciona que toman esta medida “como protesta ante el préstamo de $120 millones que pretendía ser aprobado entre el Congreso de la República y el Estado de Guatemala para la Universidad de San Carlos. Según el decreto del préstamo, los fondos serán utilizados para infraestructura y equipamiento de la universidad. Arriola difiere y menciona que “los préstamos no llegarán a los centros universitarios regionales y que se tiene indicios de que dicho dinero se pueda perder en el marco de la corrupción e impunidad que caracteriza a la actual administración del rector Murphy Paíz y que antes de la salida de la CICIG[iv], dicho ente evidenció algunas anomalías dentro de la USAC”.

Por otro lado, Arriola asegura “que lo fundamental e importante de esta toma es que las autoridades universitarias son incapaces de solicitar el 5% del presupuesto nacional (por mandato consitucional) que se le debe otorgar a dicha casa de estudios y que en las últimos gobiernos esto no se ha realizado y por eso la USAC debe acceder a préstamos que las y los guatemaltecos pagarán con sus impuestos, esto es lo importante del asunto”, menciona Arriola.  
“Por eso hemos decidido tomar los dos edificios en el campus central a pesar de encontrarnos en el marco de una pandemia global y el miedo que tenemos de contagiarnos, por eso no todos los y las compañeras estudiantes de los diferentes colectivos están acá con nosotros, pero nos apoyan con víveres, alimentos y enseres de limpieza personal para sostener la toma de las instalaciones”.
 
La “mesa de diálogo”
Luego de varios días de toma se instaura un ente de negociación y tras cinco sesiones de la mesa de diálogo y más de un mes desde que iniciaron las negociaciones que buscan resolver el conflicto por el que se mantienen cerrados los edificios de Rectoría y DIGA, los estudiantes abandonan la mesa de diálogo y exigen continuar las negociaciones con integrantes del Consejo Superior Universitario (CSU).
Es importante resaltar que durante las reuniones de la mesa de diálogo, en donde participaron representantes de la comisión nombrada por el CSU, estudiantes, dos representantes del Instituto de Derechos Humanos de la Universidad de San Carlos de Guatemala (IDHUSAC) y una representante de la Procuraduría de Derechos Humanos (PDH) como garantes,  se incumplieron algunas de las exigencias que manifestó  el Colectivo Estudiantil Universitario (CEU) y Frente Estudiantil Revolucionario Robín García (FERG).
Entre las solicitudes atendidas se encuentra la entrega de información detallada sobre la tercera fase del préstamo del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), con la cual los estudiantes quedaron conformes, también exigieron ningún tipo de represalia o sanción académica por la toma del edificio de Rectoría, petición que fue aprobada por el CSU, situación que Arriola pone en duda, ya que tienen conocimiento que las autoridades universitarias ejecutará un “protocolo” anti tomas, en donde se criminaliza a las y los estudiantes.
 
Pero a pesar de existir en papel esta “mesa de diálogo” persiste un acoso constante por parte de “intereses y mafias dentro de la USAC que todos los días hostigan y amedrentan a las y los estudiantes que están en la toma de la Rectoría y la DIGA[v]” afirma Arriola. Y es que precisamente cuando sosteníamos la entrevista con los estudiantes, varios de éstos entraron en estado de alerta porque un dron estaba sobrevolando la Rectoría. “Es normal” indican los estudiantes, y con risas entre nerviosa y de alerta, continuamos con la entrevista.
A raíz de esto, más la poca atención e interés de las autoridades universitarias, los colectivos deciden abandonar la “mesa de diálogo”, porque según los estudiantes no se cumplieron todas las solicitudes del sector estudiantil.
 
El día a día en la toma
 
Mientras hablábamos con el estudiante Arriola, dos estudiantes (mujer y hombre) preparaban un atol para el desayuno del día y para que los otros estudiantes tuvieran alimentos para el resto de la jornada que les espera. “Con las medidas higiénicas del caso se preparan los alimentos y se limpia todo el edificio para prevenir el contagio del COVID19” nos cuenta Sofía del MEUC, estudiante de la Escuela de Historia. Se dividen las tareas y se asignan responsabilidades, como la limpieza, la vigilancia y la alimentación, además de sobrellevar sus responsabilidades académicas, porque la mayoría tiene  jornada de estudios por plataformas virtuales y sobre todo, informar a través de sus diferentes páginas en redes sociales el día a día de la toma. Sofía nos dice que “es gracias a la juventud que nos ayuda a resistir en la toma, el día a día”.
 
Ser mujer en la toma
 
Desde que empezó la toma, “el miedo a la pandemia es latente”, nos cuenta Sofía. Pero el miedo a que nos agredan o violenten dentro del campus universitario es constante y es por eso que “cuando salimos de edificio a edificio vamos siempre acompañadas, porque al parecer hay una ola sistemática de atentados y violencias en contra de mujeres, niñas y niños a nivel nacional”. Pero a pesar de esta violencia estructural, las mujeres son el 30% de estudiantes que mantienen la toma universitaria, nos cuenta Sofía. A pesar de que la mayoría de la población estudiantil son mujeres, somos pocas aún dentro de la organización política universitaria. A pesar de que una compañera fue agredida en la calle por su activismo político-estudiantil las mujeres persistimos, indica. Sofía finaliza su alocución con una potente frase: “no nos podemos quedar sentadas esperando que se creen los espacios y que nos digan, vengan acá están, sino que hay que hacerlos y tomar esos espacios”.
 
A pesar de todas las amenazas las y los estudiantes entrevistados, concluyen que “la resistencia estudiantil seguirá y se mantendrá el tiempo que sea necesario, porque los prestamos millonarios que la USAC recibe, es la población en general y sobre todo la clase trabajadora es la que paga estos recursos, aunado a que ser estudiante universitario en un país como Guatemala, es un privilegio y que por eso las y los estudiantes con pensamiento crítico, tienen que evidenciar la mala administración y opacidad en la toma de decisiones de la única universidad estatal en el país”, finalizan Sofía y Eduardo.


[i] Colectivo Estudiantil Universitario.
[ii] Movimiento Estudiantil Universitario Consciente.
[iii] Frente Estudiantil Revolucionario Robin García.
[iv] Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala.
[v] Dirección General de Administración.