#Opinión | Ernesto Aguila Mancilla

I.
Cientos de escaparates
nos muestran
infinitas cosas.
Y podemos comprar
lo que queramos.
Tenemos la libertad de elegir.
El libre mercado así lo indica
La ley de la oferta y la demanda
regula,
con matemática precisión
los precios.

II
Todo marchaba bien
Hasta que llego el virus.
Como no hay antídoto
tenemos que enfermarnos de a pocos.
Por ningún motivo
enfermarnos todos juntos.
No habría suficientes camas en los hospitales.
Ni enfermeras.
Ni doctores
Ni máquinas para respirar.
Ni lagrimas para llorar los muertos.
Ni ataúdes.
Ni carrozas.
Entonces sacaron las cuentas,
y nos obligaron a quedarnos en nuestras casas.
Cada uno para su casa.

III
Mi empresa esta quebrada,
Pero como tenía una plata guardada,
no tengo de que preocuparme.
El único problema
es que no tendré quien riegue mi jardín.
A lo mejor me hace bien regar el césped.
La mujer que nos cocina
no podrá venir.
Podría traernos el virus

IV
Yo soy el que riego los jardines.
Solo tengo plata
cuando riego,
para comprar alimentos.
Pero,
como siempre,
tengo la libertad de elegir.
O me mata el virus.
O me muero de hambre.

V
Yo soy la mujer que cocina.
Solo tengo plata
Cuando cocino,
para comprar alimentos.
Pero,
como siempre,
tengo la libertad de elegir.
O me mata el virus.
O me muero de hambre.