#Opinión | Kajkoj Máximo Ba Tiul.
“Ha tenido que ser un virus quien nos enseñe que solo unidos somos más fuertes, estamos más vivos y somos más humanos”1.
Como dice el dicho: “de árbol caído, todos hacen leña”. Los políticos y empresarios, su intención es; obtener la mejor tajada de esta emergencia. Como siempre lo han hecho, sin importarles en lo más mínimo la vida de los más pobres, humildes y sencillos. No les importa a los que el sistema ha hecho vulnerables, porque no es que se es pobre por “la gracia de Dios”, sino por la acumulación en manos de unos pocos y que son quienes siempre anteponen sus intereses, como el argumento que perderán una gran millonada diaria.
Con la propuesta de la reactivación económica, del gobierno de Giammattei; pensado por algunos sindicalistas corruptos, asesores y caciferos2, nos damos cuenta, que no existe ningún interés por “la gente”. Su interés es que el Estado se siga endeudando, para inyectarles recursos y salvar su capital y sus ganancias. La reactivación económica es para los bancos, industrias y el agro. Cuando debería ser un plan de reactivación económica para quienes durante muchos años han estado en situaciones precarias y que ahora son quienes más expuestos están a la pandemia. En situación precaria por la incapacidad de un Estado que nunca se le encuentra cuando se le quiere.
Estamos ante un escenario, que nos obliga a decir si seguir protegiendo al gran empresariado o a la gente común, a ese pueblo que está en lo profundo del país y que nunca se ha beneficiado del Estado. Apoyar a la iniciativa privada, es como olvidarnos, que por la privatización de la salud y otros derechos, es que no podemos enfrentar a la pandemia.
La pandemia nos está convocando a crear programas que beneficien principalmente al campesino o campesina pobre o extremadamente pobre que vive en condiciones totalmente inhumanas. A los ancianos, niños, mujeres y hombres, principalmente indígenas que han sido solo sujetos cuando se les quiere para el voto. Hoy estamos ante un escenario que nos invita a pensar, si es urgente cumplir con los compromisos políticos de los pactos colectivos, del pacto de corruptos o del pacto de élites o impulsar programas de alimentación y agrícolas que beneficien a las familias, que salen todos los días al mercado a vender sus hierbas y luego comprar azúcar o sal para completar su tortilla. Urge reactivar la economía doméstica y comunitaria, que mató el extractivismo-capitalista.
El COVID-19, nos replantea nuestra manera de vivir, y decidir si seguimos en el individualismo o retinar el colectivismo. Dejar de ser consumidores de la chatarra que nos da la gran empresa y volver a nuestros huertos familiares. A pensar si las relaciones sociales tejidas vía twiter, facebook, whatsapp, son suficientes. Nos invita a restablecer relaciones humanas, que nacen del calor de lo humano, no del calor de la energía eléctrica o de la tecnología.
Si la pandemia, nos apela a lo humano, nuestra actuación no debe ser apocalíptica ni triunfalista. Debemos pensar en la desnutrición, la pobreza, el hambre. Son muchos niños, niñas, mujeres, ancianos, ancianas, que viven con desnutrición crónica, en lugares donde el Estado siempre ha estado ausente.
Analistas e intelectuales, afirman; que el COVID-19 está poniendo en jaque al sistema capitalista neoliberal. Si superamos el miedo podría ser también una oportunidad para replantearnos la posibilidad de construir un nuevo modelo de Estado, así como un nuevo sistema económico y político y por lo consiguiente un nuevo mundo. La pandemia, está poniendo en jaque al modelo Estado-nación capitalista, al Estado-nación monocultural, que se niega a morir. Esta pandemia nos replantea la necesidad de construir un nuevo proyecto civilizatorio basado en lo humano y comunitario.
El mayor profeta de todos los tiempos, decía que; “esto no se va con ayunos ni oraciones”, sino con la capacidad organizativa de todos nosotros. El virus podemos detenerlo si tomamos en serio las recomendaciones de los organismos especializados en la materia. Pero igual, hay que replantearnos un sistema de salud más eficiente.
No debemos olvidar que tenemos desde hace muchos años un virus que no hemos podido derrotar y ese se llama capitalismo-neoliberal. Que no solo ha sido la causa de este virus, sino de los otros que tenemos ante nosotros, como; el calentamiento global, la corrupción, etc. El COVID19; no solo nos llama detener su expansión sino también de los otros y sobre todo el más grande, el sistema capitalista, que nos ha dejado indefensos frente a todos los males que emanan de él.
Hoy nos llama la historia a trabajar contra la pandemia y a ponernos todos en sintonía a detenerlo La reconstrucción vendrá después y será difícil, porque nos espera escenarios de más pobreza, desempleo, desnutrición. Un escenario que se podrá superar, si logramos derrotar el aislamiento, el individualismo, por la colectividad y la solidaridad. Será un escenario difícil, si seguimos dominados por una elite económica ambiciosa, corrupta, parasitaria e inhumana, que antepone su capital y sus ganancias. Entonces, derrotar el COVID19 está en nuestras manos, pero no olvidemos que también hay que derrotar el gran virus; ¡EL CAPITALISMO”.
1 https://rebelion.org/una-leccion-que-el-coronavirus-esta-a-punto-de-ensenar-al-mundo/ 2 Nos referimos al Comité Coordinador de Asociaciones Agrícolas, Comerciales, Industriales y Financieras de Guatemala, que aglutina a la mayor parte de la clase económica guatemalteca.