Por: Simón Antonio. ||
Entrevista:
Contexto de refugio en Latinoamérica y medio oriente
Columna de opinión:
Migrantes, Cicatrices y heridas
Para la mayoría de las personas y familias, la migración significa un golpe. Abre profundas heridas en la vida en los lugares de origen, durante el trayecto migratorio y en los lugares de destino. Es una aventura obligatoria, que ocurre en la mayor parte de los casos.
La salida, más allá de provocar lágrimas amargas, hace desangrar el alma, estremecer las entrañas, es un drama que va estar presente y marca toda la vida de la persona. Lo más doloroso es cortar las raíces, dejar el suelo donde están sepultados los ancestrales, deshacerse de la tierra que los vio nacer, donde han crecido y se desarrollaron como personas. ¡Quisiéramos o no, poseemos algo de un árbol! En el momento de la despedida, sufre el que se queda y sufre el que se va. La separación es siempre complicada, deja los sentimientos encontrados y el corazón partido. Se da inicio, además, un proceso de desintegración del núcleo familiar, donde la tendencia psicológica de la persona es encerrarse en ella misma. No es de extrañarse que la propia cohesión familiar y social se ve profundamente amenazada o destruida. Salir es aventurarse, casi siempre, hacia un mundo desconocido. La incertidumbre, la inseguridad y la inestabilidad en cuanto al futuro acompañan el equipaje del migrante que se ha quedado en su propia tierra natal, principalmente el que hace la experiencia por primera vez.
Contacto Musical:
Corazón Norte-Hasta que Suharo lo lloro.