CMI Guatemala

Kajkoj Máximo Ba Tiul.

El pacto de corruptos y el de élites, tiene su origen durante los gobiernos que fueron instalándose después del golpe a la revolución en 1954.  En 1960, el pacto firmado entre la comandancia general del ejército, una parte de la oligarquía y el gobierno Mario Méndez Montenegro, permitió al ejército el control del país y desarrollar una política de represión contra el pueblo guatemalteco, así quedarse y apropiarse de los bienes de los pueblos, principalmente sus tierras. Esta fórmula fue lo que se consolidó en 1970 con el gobierno de Arana Osorio, dando lugar al aparecimiento de un grupo de militares terratenientes.

Estos militares, siendo en su mayoría ejecutores de la política contrainsurgente, unos no oligárquicos y otros sí,  y que con bienes en la mano se aliaron con descendientes de alemanes en la región Norte, quienes desde 1850 ya habían despojado de tierras a indígenas en toda la región, creando un emporio económico relacionado a la agro industria y acelerando nuevos despojos de tierras a indígenas Q’eqchi y Poqomchi de la región.

Estas familias militares, religiosas y económicas, crearon un pseudo Estado en la región, desarrollando el modelo finquero o la mentalidad del “patrón”.  Llegaron a decidir sobre el modelo político y económico que implementarían en la región, sobre la base del despojo de las tierras y territorios indígenas y esto les sirvió para mantener un modelo de control por medio del miedo y del colonato, como el mejor método para la producción del café, cardamomo y caña de azúcar.  Este sistema de control, también les sirvió para involucrarse en el crimen organizado, principalmente el tráfico de drogas, armas, vehículos e incluso el robo de productos de las comunidades o la mediatización a través de los famosos coyotes como intermediarios.

La participación de militares en este grupo, permitió que finqueros de la región financiaran una parte de la contrainsurgencia; con armas, dinero, camiones, pickups, avionetas, e incluso prestando sus fincas para pistas de aterrizaje, que después se convirtieron en las pistas “clandestinas del crimen organizado”, todo para el control territorial y el arrasamiento de comunidades, para que después se les adjudicara y convertirlas en fincas, desconociendo la existencia de comunidades originarias.

Estos grupos, fueron miembros del PR, MLN, PID, CAO y en los últimos años del Partido Patriota, FUERZA, UCN, LIDER, etc. También dirigieron los grupos clandestinos anti comunistas e incluso formaron parte de la famosa judicial, la G2 y otros grupos que actuaron bajo la protección del ejército y del Estado mismo.

Para despojar a los indígenas de sus tierras, cada gobierno desde Mariano Gálvez hasta hoy, crean una institucionalidad agraria a su favor.  Desde la concesión hecha por Gálvez en 1834, a la Compañía Comercial y Agrícola de las Costas Orientales de América, de capital Belga de las tierras de Alta y Baja Verapaz, Petén y parte de Chiquimula,  pasando por las concesiones a familias alemanas desde 1850, hasta los despojos ocurridos en la última guerra y en la posguerra, para desarrollar el modelo extractivista y el desarrollo del narcotráfico, han dejado a los pueblos indígenas sin su tierra y su territorio. Desconociendo que los pueblos originarios sustentan su derecho a la propiedad de la tierra en títulos históricos como el de los señor de Qaqkoj, Kojaj, Kajbom, Panimá, Chikuxab, de Carchaj, etcétera.

“Llevamos siglos de intervención,  de dominación y de despojo de nuestras tierras y los gobiernos de turno se han puesto al servicio de sus amos extranjeros y nacionales.  Llevamos años de manipulación y engaños, de hipocresía y de colonialismo, para quedarse con nuestros recursos.  No les importa matar a inocentes y dejar con hambre y miseria a mucha familias, por sus ambiciones. Lo que siento es que ahora mi amigo Denis[1], siendo niño no sabe lo que está pasando a su alrededor.  Ni sabe que discuten sus padres y abuelos, sobre el posible desalojo promovido por los finqueros de la región. Denis y sus hermanos están cerca del fuego saboreando sus tayuyos y luego trataran de dormir.  La tierra que con tanto cariño la cuidaron sus abuelos y sus padres, está a punto de que se las quiten, todo por el amiguismo que hay entre los finqueros y jueces. La tierra que cuidan y defienden, siempre ha sido de ellos y ahora los corruptos y ladrones, se los quieren quitar con violencia”[2].

Entonces esta trama bien tejida entre despojo, desalojo,  corrupción, amiguismo, compadrazgo, racismo e impunidad, ha permitido que en Guatemala, se haya y se siga despojando de tierras y de territorios a los pueblos indígenas, sin importar que se siga derramando sangre de inocentes que lo único que demandan es que se les devuelva lo que les han robado y negado.  La tierra y el territorio también es un derecho humano y que no se puede negar a los más pobres.  Los últimos desalojos de campesinos e indígenas, también demuestra que el Estado nunca ha sido de los más pobres y tampoco ha pensado en ellos, por eso es urgente un nuevo Estado que ponga las nuevas reglas del juego, sobre todo lo relacionado a lo agrario-

La pregunta del millón, ¿estos últimos desalojos, se debe a la negoción de Jimmy Morales con la Cámara del Agro y la Asociación de Generadores de la Electricidad (AGER), para apoyarlo en sus actos de corrupción y que no prosperen las solicitudes de antejuicio en su contra y de los diputados?

[1] Denis un niño de apenas dos años, que vive en una comunidad de familias indígenas, que libran una batalla legal contra un finquero de la región.

[2] Tomado de las reflexiones que sobre los casos de despojos en Rex Awaj, analiza Amalia Velásquez Pérez.