Kajkoj Máximo Bá Tiul – Centro de Reflexiones Nim Poqom.
Nuestro país está colapsado. La única salida es su refundación. Pero para que esto suceda, se requiere de muchas cosas, de las cuales la más importante es la organización y la formación de los pueblos. Hoy se percibe como más urgente la organización y la formación profunda desde abajo. Esto debe estar alimentado por un proyecto político-ideológico que actualmente carecemos. Es cierto que muchas organizaciones sociales, al escuchar estas reflexiones, estarán diciendo, “pero si nosotros tenemos nuestras propuesta”.
No estamos negando que hay tres propuestas importantes desde las organizaciones sociales: Waqib Kej, Consejo de Pueblos de Occidente y CODECA. Ambas tienen algunos elementos comunes, pero también con sus diferencias. Que ameritan una serie de reflexiones que estaremos compartiendo con Ustedes, en los espacios siguientes.
Lo cierto es que ante la coyuntura actual, se hace cada vez más urgente la articulación. Ninguna propuesta será viable, sin la alianza estratégica no solo entre las organizaciones, sino entre estas y los pueblos. Sabemos muy bien, que podemos tener buenas ideas, buenos técnicos, buenos pensadores, pero si éstas no están articuladas con los pueblos, que no solo sufren los efectos del Estado burgués, sino que deben ser reconocidos como sujetos políticos, para la revolución que quiere el país.
Cuando hablamos de revolución, sabemos que a muchos les suena radical. Pues sí, igual de radical es la revolución, como la refundación. Igual de radical es la revolución, como la exigencia de convocar a una Asamblea Constituyente Plurinacional. Porque hoy, no caben las medias tintas, ni las traiciones, como tampoco cabe la compartimentación a la que estábamos acostumbrados durante la guerra. Hoy es el momento, de decir y actuar con claridad y con honestidad, pero también decir con amor y alegría que queremos una revolución profunda en el país.
Esa revolución profunda, no lo lograremos con la reforma a la Ley Electoral y de Partidos Políticos, tampoco con pedir la renuncia de los 107 o 158 diputados o la renuncia del presidente. Porque Guatemala no necesita reforma, requiere de cambios estructurales profundos, que implica que desaparezca esta institucionalidad corrupta para darle paso a una nueva.
Aunque suene a ideas trasnochadas. Guatemala, requiere de una revolución y no de una reforma. Las reformas ahora, serán como un parche en el agujero de un pantalón. Aquí no necesitamos de parches, necesitamos de cambiar un sistema por otro.
Si para esto es necesario una Asamblea Constituyente Plurinacional, estamos totalmente de acuerdo, pero esta será imposible sin un sujeto político, claro, consciente y consecuente. Este sujeto es el pueblo, quien debe comprender y conocer que es lo que está pasando en el país, y el posible futuro que nos espera si no le damos un alto y si no lo enfrentamos con coraje y valentía.
Insistimos que la situación política, no debe ser utilizada para dividirnos o desarticularnos más, como lo quieren los grupos de poder, que insisten en seguir tomando leche de la misma vaca, aunque ésta ya casi se muere. Estamos ante un escenario propicio para la unidad y no para la competencia desleal, que nos ha caracterizado como organizaciones sociales, después de la guerra. Sin importar quién tiene la mejor propuesta para salir del atolladero, si esa es capaz de liberarnos, tenemos que animarnos a empujarla, aceptando con humildad que puede ser que nos toque hacer el trabajo menos reconocido que el otro.
El tiempo político actual requiere de líderes, lideresas, dirigentes, dirigentes, revolucionarios, hombres y mujeres, humildes y honestos, no arrogantes que siempre quieren tener el puesto que durante décadas lo han ostentado. Este tiempo político, requiere de sujetos políticos capaces de entender que la patria está en juego, pero no la de los criollos, sino la que podamos construir para todos y todas, sobre todo para los más pobres. Sujetos políticos, que comprendan que la batalla política, debe estar inundado de amor, de sensibilidad, pero también de ira. Es un tiempo político, en donde el protagonista y la vanguardia es el pueblo, como sujeto político.