CEPPAS GT.
Escrito por: Juan Pablo Muñoz.
La muerte de 43 niñas, derivado del incendio ocurrido en el “Hogar Seguro Virgen de la Asunción”, el pasado 8 de marzo de 2017, ha sido una de las tragedias más horrorosas de la historia reciente de Guatemala. Este hecho ha despertado la indignación generalizada, tanto nacional como internacionalmente, y ha provocado sentimientos encontrados en la mayoría de personas que han observado con terror lo sucedido.
Por una parte, esta tragedia ha conmovido a un importante sector de la población que de otra forma nunca se hubiera fijado en la suerte que corren estas niñasen particular y la niñez guatemalteca en general. El hecho ha cuestionado los fundamentos mismos de la organización social y la propia estructura ética de los y las guatemaltecas y guatemaltecos, planteando interrogantes tales como: ¿por qué suceden estos hechos?, ¿qué estamos haciendo mal como sociedad? y ¿cuál es mi responsabilidad personal al respecto?
Sin embargo, por más que sean sentimientos perfectamente comprensibles la tristeza, la duda, la ira, la impotencia y la culpa, lo cierto es que véanse por donde se vean son insuficientes para saber qué fue lo que sucedió, por qué sucedió y cómo evitar que se repita.
este tipo de realidades no se transforman con obras de caridad, con enojos, ni con oraciones. Tampoco es garantía de justicia y de no repetición abarrotar redes sociales y llenar plazas, porque a pesar de ser gestos colectivos carecen de la posibilidad de sostenibilidad en el tiempo y de profundización en los cambios.
Lo anterior lleva a la necesidad de entender que más que un conjunto homogéneo de habitantes las personas forman parte de una comunidad política, esto es de una matriz de relaciones de poder que sitúan a cada persona respecto de las demás dentro de una posición previamente definida según determinadas características: ser hombre o mujer, indígena o mestizo, rico o pobre, niño o adulto, etc.
Estas relaciones de poder se leen o entienden en clave de un proyecto político en cuya construcción no participan todos y todas y que es impuesto para la mayoría, lo sepa o no. Quienes sí participan, moldean el comportamiento y el destino de los demás, mediante la asignación de roles, la distribución de recursos y la definición de instituciones, las cuales serán las condiciones objetivas en donde se desarrollará la vida cotidiana de los habitantes.
El Estado, pues, es eso. Es un conjunto de relaciones sociales que se manifiestan a través de instituciones. Y una de dichas instituciones es ladel gobierno, el cual puede definirse como la administración pública del anteriormente dicho proyecto político.
POR LO TANTO, FUE EL ESTADO
Esta afirmación, tiene dos acotaciones:
- a) Que lo anteriormente dicho no riñe con la calidad ética del comportamiento humano, el cual explica desde la libertad la posibilidad racional de entender cuando un acto es bueno o malo.
- b) Que asegurar que #FueElEstado, entendido como desplegado de relaciones de poder, no exculpa la responsabilidad criminal individual de todas y cada una de las personas que por acción y omisión incumplieron con sus responsabilidades de prevención, protección y reacción de frente a los hechos.
NUEVE ELEMENTOS PARA HABLAR DE LA RESPONSABILIDAD DEL ESTADO
- Primero. Fue el Estado quien creó un mega centro de abrigo, en el que concentraron a más de 800 niños, niñas y adolescentes, en vez de mantener un modelo de protección de menor tamaño con mejor atención. Técnicamente, los centros de abrigo aspiran a ser una casa en donde se garanticen los derechos de la niñez y adolescencia.
- Segundo. Fue el Estado quien impuso la medida de institucionalización para cada uno de dichos niños, niñas y adolescentes. Cabe resaltar que entre las medidas que pueden utilizarse para proteger, está es la última que debe tomarse e impone a cada juez que la dictó la obligación de monitorear su ejecución.
- Tercero. Que el cuidado de todos y cada uno de los centros de abrigo corresponde con exclusividad al Estado; en dicha tarea, por lógicas razones, no pueden participar ni los vecinos, ni las ONG que trabajan temas de protección de niñez, ni la cooperación internacional, porque para el efecto se requiere de conocimientos especiales, de un mandato específico y de una responsabilidad indelegable.
- Cuarto. Fue el Estado el que utilizó fuerza y ejerció violencia sobre la niñez y adolescencia, en lugar de protegerla, creando una situación de más vulnerabilidad. Fue la Policía Nacional Civil quien estaba tanto adentro como afuera del centro de abrigo al momento en que ocurrieron los hechos.
- Quinto. Fue el Estado quien no generó acciones de prevención ante el abierto y público conocimiento de violaciones, malos tratos, violencia y tortura dentro de dichos centros.
- Sexto. Como lo reconoció el Presidente de la República, fue el Estado quien encerró a las niñas en un salón bajo llave, y quien no puede explicar el destino de la llave.
- Séptimo. Fue el Estado quien no atendió de manera rápida la emergencia del fuego; los propios Bomberos Municipales aducen que su ingreso no les fue permitido sino hasta que el fuego se había consumado.
- Octavo. Fue el Estado quien no tuvo servicios de salud adecuados en lugares aledaños. Solamente dos hospitales públicos tenían la capacidad de atender a las niñas y ambos se encontraban en municipios distintos al lugar donde ocurrieron los hechos. Incluso, dichos hospitales únicamente podían atender a poca cantidad de personas que presentaran el nivel de daño que estas niñas presentaban.
- Noveno. Fue el Estado quien no brindó la información adecuada sobre las víctimas, por lo que ha sido difícil identificar a cada una de ellas. No brindó dicha información tanto negligencia (no tenía listas de las niñas encerradas) como por incapacidad técnica para manejar la situación.
Voz: Linda García – Centro de Políticas Públicaspara el Socialismo.