#Opinión | Kajkoj Máximo Ba Tiul – Centro de Reflexiones Nim Poqom.
Dos meses del nuevo gobierno y todavía no podemos apreciar hacía dónde nos quiere conducir. Se sigue promoviendo acciones, sobre un cadáver que se niega a morir. Sabemos que cambiar el deterioro heredado de muchos gobiernos, requiere de mucho tiempo y por eso, no nos equivocamos al decir, que este gobierno será de transición, ya sea para que llegue a gobernar otro equipo que fortalezca los cambios buenos que deje y avanzar hacia el cambio profundo que quiere el país, o para que la derecha y la extrema derecha, como ha sucedido en todo el continente latinoamericano, retome el control y venga con toda la carga de odio, racismo y resentimiento, como ya está pasando en el congreso, cuando diputados vinculados al pacto criminal, arremeten en contra de la población que salió a defender la democracia.
La sensación que hasta el momento nos da este gobierno, es que sigue avanzando sobre una democracia controlada al estilo del gobierno de Portillo y Colom. Es un gobierno que se promueve sobre la base del diálogo como requisito mínimo para la buena gobernabilidad y ese es el espíritu del llamado acuerdo “agrario” entre las organizaciones campesinas y el acuerdo con las autoridades indígenas de Nebaj y posiblemente, otros acuerdos que vendrán en camino.
Lo curioso es que no hemos aprendido que la cosa política en este sistema no necesariamente será de beneficio para los de abajo o como dicen los trabajadores de las ciencias sociales, para los grupos subalternos. Llama la atención, cómo dirigentes campesinos y líderes ancestrales, que se entusiasman cuando los llaman a firmar este tipo de convenios, y que si no se cumplen puede provocar movilización social, si es que volvemos a tener la capacidad de articulación, como fue hace unos meses, para detener el Golpe de Estado, porque lo dudo.
No olvidemos, que la mínima gobernabilidad de la que hace alarde este gobierno, es una exigencia del imperio norteamericano, la Unión Europea, los organismos internacionales (BM, FMI, BCIE, etc.) y por los grupos de poder para promover su modelo, basado en la inversión de capitales, para obtener más ganancias, presentándose como si nada tienen que ver con el pacto criminal guatemalteco.
Grupos de poder, que siempre han sido cómplices de la “desgracia” en la que hemos caído desde hace muchos años. No olvidemos, como FUNDESA y Corporación Multiinversiones, de la familia Gutiérrez y demás parentela, han provocado, desplazamientos de indígenas Q’eqchi y Poqomchi en Alta Verapaz ((Tucurú, Cahabón, Carchá) y deterioro del ambiente, aunque ahora, presume de una pequeña área de reserva, de la que gana cientos de dólares en bonos de carbono. No olvidemos la represión y el deterioro del ambiente del pueblo Mam, Sipakapense en Sipakapa e Ixtahuacan, de la represión y el deterioro del ambiente en Estor por la Minera Fénix o CGN, destruyendo la vida de indígenas Q’eqchi. Toda la represión y desplazamiento que provocó la Minera San Rafael, solo por poner unos ejemplos.
El capitalismo no existe, si no hay explotación de los bienes en los territorios y sobre todo indígenas, y que es de interés del imperio norteamericano, toda vez, que tanto China y Rusia, le están comiendo el mandado en algunos países del sur. Se fortalece con explotación del trabajo de cientos y cientos de indígenas y no indígenas, que añoran un trabajo para salir adelante y muchas veces sin importar cuanto les van a pagar, lo importante es llevar algo de comida a la casa o comenzar a migrar. Así como, el sometimiento de pueblos que no permiten que les roben sus bienes naturales, que son espacios espirituales, no solo porque ahí invocan a sus antepasados, sino porque es el centro de su identidad, por lo que muchas veces hemos dicho: “un pueblo maya sin territorio deja de ser maya”.
Al mismo tiempo, considero que seguimos careciendo de una “visión de país más plural”. Cada pueblo o cada territorio tiene sus propias necesidades e intereses, y transversalizados por problemas estructurales como la pobreza, salud, educación, vivienda, tierra, territorio. Entonces, ¿por qué, no convocar a un diálogo o discusión nacional, con mesas en cada uno de los departamentos o regiones, es decir, mesas descentralizadas?, en vez de firmar acuerdos sectorizados y casi ocultos. Que cada departamento, territorio, pueblo2, presente su “visión de futuro” y discutan sobre los problemas más álgidos de su realidad. Por ejemplo; para muchos pueblos, para salir de la pobreza, es urgente la devolución y no compra de tierras.
Hasta ahora las ofertas de gobierno, sigue siendo, formas que el capital necesita para vivir y funcionar.