#Opinión | Ramón Cadena.
Durante el conflicto armado interno, nuestra historia cosechó muchísimos mártires. Personas que se entregaron a una causa común, de interés colectivo y que incluso, ofrecieron su vida para alcanzarla. Lucharon contra la tiranía, la desigualdad, la persecución, el racismo y la represión. Murieron luchando por el bien común y fueron detenidos desaparecidos o ejecutados extrajudicialmente por el Ejército de Guatemala; obligados a buscar refugio en otros países o a protegerse en nuestra selva profunda. En fin, un drama humano que produjo muchos mártires; algunos conocidos, otros, mártires anónimos.
En la postguerra, nuestra historia se regocija con héroes. Aquellos y aquellas que luchan contra la corrupción y la impunidad o que defienden derechos más allá de sus obligaciones. Héroes y heroínas, con nombre y apellido. Erika Aifán es una de ellas. Yassmín Barrios, Miguel Ángel Gálvez, Pablo Xitumul, Carlos Ruano y más jueces y juezas. Todas estas personas unidas por una profesión: abogados que defienden el Estado de Derecho, defensores y defensoras de la Justicia, unidos por su integridad y su valentía. Así, resistiendo, van ingresando poco a poco, a la lista de héroes inmortales defensores de la independencia judicial.
En la postguerra, nuestra historia también va forjándose con el brillo que producen otros defensores y defensoras de derechos humanos, que nos permiten percibir una débil esperanza de cambio. Aquellos y aquellas que defienden la naturaleza, los ríos, el agua, el medio ambiente sano; la diversidad sexual, los derechos de la niñez, la libertad de expresión, quienes poco a poco son reconocidos como héroes. Algunos sufren la detención arbitraria y toda la tristeza que ésta acarrea. Otros, son difamados; todos son perseguidos por sus ideas.
Bernardo Caal Xol, Abelino Chub Caal, Samuel Choc, Rigoberto Juárez, Ramiro Choc, Aldo Dávila; Anastasia Mejía, Sebastiana Pablo Hernández, Micaela Solís, Petrona Siy, Tomasa Pastor, son sólo algunos de los nombres que se me vienen a la mente, entre muchos otros que integran una larguísima lista y quienes, en medio del peligro y la represión, la cárcel o la difamación, sobresalen al seguir su lucha en favor de los derechos humanos a pesar de tanta adversidad y tantos obstáculos. Les une un oficio: ser defensores y defensoras de derechos humanos: del medio ambiente sano, de la tierra, de los recursos naturales, de la naturaleza; de la diversidad sexual, de la libertad de expresión. Nuestra historia fluctúa así, entre héroes y mártires.
En la actualidad, la sociedad civil ha realizado un esfuerzo grande para promover a sus héroes, esfuerzo que la Comunidad Internacional ha multiplicado. La última expresión de solidaridad vino de los gobiernos de Alemania y Francia, al reconocer a la Jueza Érica Aifán con el premio Franco-Alemán de los Derechos Humanos. Y la señora Embajadora de Alemania en Guatemala, puso la guinda al pastel, al ofrecer un cóctel en su residencia en honor de la jueza Aifán, con ocasión de la entrega de dicho premio.
Muchas personas asistimos para rendir homenaje a una jueza valiente; a una heroína que ha hecho todo lo que está a su alcance y más, para defenderse de ataques indiscriminados y espurios; a una Jueza que ha dado todo, incluso poner en riesgo su vida, a cambio de defender los derechos humanos de la sociedad guatemalteca.
Los ataques seguramente provienen de aquellos a los que no les interesa que la justicia sea independiente; aquellos que desean tener juezas y jueces sumisos, obedientes, como corderitos atados al autoritarismo. En esta ocasión, han sufrido una significativa derrota. Érica Aifán es de aquellas juezas que no acepta someterse al mandato de tiranos, ni al de dictadores, ni acepta comprometer sus sentencias a las premisas del régimen autoritario. La guían sus principios firmes, fundamentados únicamente en valorar la prueba por medio de la sana crítica e impartir justicia en forma independiente.
Abelino Chub Caal fue absuelto por Yassmín Barrios, otra jueza valiente, honesta y con principios similares. Bernardo Caal Xol fue condenado sin existir pruebas y por medio de un juicio injusto. Abelino Chub Caal goza de libertad. Bernardo Caal Xol por el contrario, guarda prisión en Alta Verapaz. El primero, libre gracias a una jueza independiente. El segundo, detenido gracias a un juicio injusto, cuya sentencia ha quedado firme ya que lamentablemente, la Cámara Penal de la Corte Suprema de Justicia, rechazó el recurso de casación presentado en favor de Bernardo por abogados democráticos como Edgar Pérez. El único voto disidente vino de la Magistrada de la Cámara Penal, Delia Dávila. ¡Qué importante es la independencia judicial para lograr la defensa efectiva de los derechos humanos!
Estoy seguro que Bernardo Caal Xol más que reconocimientos, desearía recuperar su libertad, que cese la agresión contra el río Cahabón y que se identifique, procese y sancione a los responsables de su detención arbitraria. Por el contrario, a los funcionarios del Estado Autoritario, no les interesa desarrollar un régimen legal transparente sobre la responsabilidad de sus actos. Más bien, quieren que reine la impunidad.
Ojalá que las embajadas de países amigos del continente europeo, del americano y de otros continentes, sigan realizando esfuerzos para que a Bernardo Caal Xol se le continúen reconociendo sus méritos como defensor de derechos humanos; y, sobre todo, para que recupere su libertad y para que el Río Cahabón pueda seguir cargando sobre su espalda, ese caudal tan importante para la vida de la gente y del medio ambiente.
Camino a la casa de la Embajadora de Alemania para asistir a la ceremonia de entrega del premio a la Jueza Érica Aifán, recibí un mensaje de la organización Impunity Watch: reconocían con toda razón, al Juez Pablo Xitumul, a la fiscal Hilda Pineda, a los 48 Cantones de Totonicapán y a la Prensa Comunitaria por su compromiso con la justicia, con la defensa de los Derechos Humanos y con un Periodismo Independiente. Casi al mismo tiempo recibí otra noticia que venía de RT Noticias: el ex presidente de España José Luis Rodríguez Zapatero afirmaba: “Una buena Democracia es allí donde no hay ni héroes ni mártires.”
Ojalá que todos estos reconocimientos y noticias alcancen el oído y despierten la conciencia del actual presidente Alejandro Giammattei; para que lo motiven a cambiar el rumbo de su gobierno: merecemos dejar de ser una sociedad de héroes y mártires, curarnos y pasar a ser una democracia en paz o en palabras del ex presidente Zapatero “una buena democracia”.