#Opinión | Kajkon Máximo Ba Tiul – Centro de Reflexiones Nim Poqom
Si todavía hay dudas del Estado Criminal guatemalteco, con las últimas órdenes de captura de personas vinculadas a la corrupción e impunidad, se disipa. Solo falta que sean acusadas miembros de otras instituciones que forman la superestructura del país y que no han sido investigados a profundidad o por lo menos todavía no se han atrevido a tocarlos.
Ahora le tocó el turno a la Universidad de San Carlos y al Colegio de Abogados, por atentar contra el sistema de justicia y a favor de la impunidad. Pactar para elegir magistrados o jueces no idóneos, es la peor porquería en la que han caído el actual rector Murphy y el ex rector Gálvez. Esto es una muestra de lo bajo en la que ha caído nuestra Alma Mater, por la cantidad profesionales corruptos y no idóneos que tienen a su cargo la formación de los futuros profesionales del país.
Durante muchos años, el imaginario de corrupto, déspota, criminal eran solo los políticos. Que han convertido a los partidos en empresas corporativas, que se alimentan de los recursos del crimen organizado, hoy no encontramos ningún partido político que tenga las condiciones de ser eso; un partido, porque al convertirse en empresas, son por un lado banco de empleo o banco de ahorro del crimen organizado.
Con las ordenes de captura de Murphy Paiz y Estuardo Gálvez, por estar vinculados al caso “Comisiones Paralelas”, se puede destapar otra línea de corruptos y criminales, que se esconden detrás de un centro académico, así como se esconden los agresores sexuales, en una escuela o en un centro religioso. Este caso en donde se ve involucrado un rector y un ex rector, no viene a confirmar nada nuevo, porque desde hace algunos años, se han denunciado malversación de fondos en la USAC, corrupción en casos de construcción de edificios2 o cómo se distribuyen los puestos en los centros académicos, porque muchos de estos centros están en manos de profesionales vinculados a partidos, grupos y empresarios de derecha y extrema derecha de Guatemala, que tienen manchado la mano de sangre o de
corrupción.
Las unidades académicas y los centros universitario deben ser sanadas de todo este grupúsculo que se ha adueñado y apoderado de la USAC. Algunos desde su condición de fósiles, mantienen el nivel de corrupción que también inunda a la universidad. “Son muchos quienes se quejan de venta de exámenes, venta de títulos, agresión sexual contra señoritas, agresión de todo tipo a los estudiantes”. Decanos y profesores racistas, como el decano que asumirá interinamente la rectoría, que con claro desprecio, odio racial, dice que “los títulos de tierra de los pueblos indígenas son papeles viejos sin ningún valor jurídico en la actualidad”, cuando se refiere a las demandas de los pueblos indígenas por el derecho ancestral a la tierra y el territorio, como el caso de la Finca Medio Monte, las que ahora están en propiedad de la USAC y que les fueron despojadas a las comunidades indígenas de Palín.
Hoy y como en todos los tiempos, los corruptos y ladrones se esconden bajo la mentira y crean su propio concepto de “Dios”. Lo invocan, como cuando invocan la democracia, cuando se sienten desprotegidos, porque se les está acabando el tiempo de tener “poder”. Murphy como lo hace Giammetti, invocan a su “dios”, para esconder su avaricia, su sed de enriquecimiento ilícito. Lo hacen como los genocidas, claman a su “dios”, cuando se disponen a asesinar o torturar.
Invocar a “Dios”, es un recurso utilizado, para que la población crea que son perseguidos políticos, porque no han hecho nada y que son inocentes, viles delincuentes que perdiendo la vergüenza, niegan haberse enriquecido con lo ajeno. Dios para el delincuente, le sirve para calmar su conciencia, es el “dios” construido a su medida, de acuerdo a su problema, de acuerdo a sus intereses. Es la actitud hipócrita de quien ha hecho el daño, como los agresores sexuales o el delincuente que se persigna cuando entra a la cárcel o a los tribunales o de quienes cuelgan un rosario o una cruz, en su cuello o al frente de su vehículo, convirtiendo en un fetiche, burdo y sin sentido.
Estos; al igual que los políticos, los encontramos en varios lugares, públicos o privados. Por eso, al pueblo de Guatemala y a los profesionales y estudiantes conscientes y honestos, nos toca cambiar el sistema podrido y por efecto sanar a la USAC.
Hoy más que nunca urge una reforma universitaria. Una reforma que no solo vaya a los contenidos y metodologías de enseñanza, sino a cambiar la estructura profunda de la USAC. A sacar a cuanto profesional corrupto y mediocre y valorar y fortalecer a los buenos que también hay.
Los estudiantes y profesionales universitarios honestos, hoy tienen un reto en la mano. Caminar bajo el rumbo de Oliverio, Fito Mijangos, Mayra Gutiérrez y los más de 736 estudiantes, catedráticos y trabajadores4, que dieron su vida no solo por el país, sino por una intelectualidad comprometida con las causas populares y con los pobres.